OBJETIVOS DEL CLUB DE LECTURA

Los objetivos que pretendemos alcanzar son los siguientes:
. Establecer un diálogo en torno a los libros.
. Incentivar al hábito lector, y mantenerlo vivo entre nuestros alumnos, profesorado y familias.
. Promover la visión crítica de la lectura desde el respeto y la adquisición de nuevos aprendizajes.
. Valorar la lectura como forma de enriquecimiento personal.

jueves, 4 de junio de 2015

Relato de Daniel Sánchez Oteros (2º ESO A)

Hoy os voy a contar una historia que para siempre cambiaría mi vida. Desperté viendo que era un nuevo día, mi madre me llamaba para el desayuno. Antes de bajar me peino y me preparo para ir al instituto. Empecé a elegir que ponerme. Me puse una camiseta verde con un dibujo de un búho, era mi preferida conjuntado con un bonito pantalón vaquero. Después de vestirme, fui al baño para peinarme. Me peinaba como Rubén Castro, mi jugador favorito del Real Betis Bajé a desayunar, allí empecé a tener una charla con mi madre: -Antonio, me ha llamado tu profesora diciéndome que no estudias ni atiendes en clases y que estás todo el día haciendo tonterías. Dijo la madre de Antonio. -Mamá estoy harto del instituto, ¡déjame en paz! Contestó Antonio. -¿Ah sí? Ya te arrepentirás. Replicó la madre. Yo era el típico niño pasota de la vida. Me llamo Antonio y tengo 14 años. Soy alto y delgado. Mi pelo es castaño y no muy largo. Ojos marrones y medianos. Una nariz respingona y grande con una cicatriz. Tenía unos labios finos acompañados de unos dientes blancos que me recordaban a la barriga de un pingüino . Yo soy alto y delgado. Además tenía una cierta habilidad para escalar. A pesar de que no me gustaba el instituto era muy espabilado y deportista, con un corazón agradable. Yo no tenía amigos ya que siempre a lo que me dedicaba era el mundo de los videojuegos. En una semana sacarían el RVM (Real Virtual Machine), una consola de realidad virtual. Tuve el gusto de probarla en una de sus conferencias, quedé impresionado. El tiempo pasaba muy lento y cada vez tenía más ganas de tenerlo. Al fin pasó la semana y en el momento que llegué estaba repleto de gente, muy impaciente esperé la cola hasta que llegó mi turno, tuve suerte era el último RVM. Corrí como un loco a mi casa para probarlo, pero encontré un obstáculo, mi madre… -Antonio, hoy no jugarás a esa nueva maquinita hasta que no hagas tus deberes. En un momento me la arrebató y no tuve más remedio que obedecer. Tardé 2 horas en hacerlo, aunque sea vago soy muy listo. Mi madre se quedó muy contenta conmigo y me dio la RVM. La enchufé con mucha prisa. Todo montado solo faltaba encenderla. Una vez encendida debías ejecutar un comando de voz. -¡Iniciar juego! Todo empezó a funcionar y en un momento estaba en el juego. Se sentía muy bien, era la vida real pero en un juego. Ya sabía jugar por lo cual empecé con ventaja que otros jugadores. En el inicio debías de ser rápido si no te quedabas sin los recursos más básicos. Fui al bosque a por madera que era muy importante para empezar a crear objetos básicos. Ocurrió un error en el juego, salió un administrador diciéndonos que jamás podríamos desconectarnos hasta que nos pasáramos el juego, que se pasaba matándole, pero si moríamos en el juego, moriríamos en la vida real. Todos intentamos desconectarnos pero no iba a broma, era real, no podíamos desconectarnos. Se empezaron a oír gritos de todos, nos asustamos, muchos se suicidaron, otros intentaron matar al administrador pero él los mató antes. Todo parecía un caos, tuve que aceptarlo, muchos hacían equipos para sobrevivir mejor, yo no hice, de esa manera conseguiría mejores objetos para mí. Me pude crear una espada de hierro, que tenía un bajo ataque, pero algo es algo. Entré en una mazmorra de bajo nivel, parecía estar sin jugadores en ella, eso me alegró porque así podría obtener la espada negra, un arma muy poderosa. Tuve que abrirme paso matando esbirros para llegar al jefe final. En un rato lo encontré. Tenía una apariencia terrorífica, enorme, gordo con más de 20 ojos seguro. Unos dientes afiladísimos y unos cuernos de 3 metros. 4 brazos, 2 en cada lado y tenía la espada negra. Corrió a por mí a embestirme, rápidamente empuñé mi espada para pelear contra él. Salté por encima suya y le clavé la espada en su espalda, ni si quiera se inmutó, debía tener un punto débil, pero donde. Pensando, la estrategia me embistió, fue brutal, tan brutal que me levantó hasta el techo, quedé inconsciente, lo último que recuerdo ver es como abría su terrorífica boca para engullirme. Cuando desperté vi a alguien despertándome, me dio la espada negra, miré al monstruo, estaba muerto. No me lo creía, a saber que fuerza debía tener este personaje. Empecé a conversar con él. -Hola, gracias por salvarme, ¿cómo te llamas? -Me llamo Fran, ¿y tú? -Yo soy Antonio. -¿Qué hacías enfrentándote a un monstruo como este con una espada de hierro? ¿No sabes que son muy débiles? Dijo Fran. .Lo sé, pero no tenía otra cosa y quería su espada. Contesté. -Está bien, ¿no vas acompañado? Preguntó Fran. -Voy solo, soy un jugador solitario. Respondí. -¿Quieres unirte a nuestro clan? No somos muchos pero queremos intentar pasar el mejor rato posible en este juego maldito. -No gracias, ya te dije que soy un jugador solitario. Rechacé su petición. -Una pena, Antonio. En fin nosotros estaremos en Grove Wallace por si te interesa unirte. -Allí iré en caso de que quiera. -Está bien, adiós Antonio, que pases un buen día. Se despidió. -Adiós Fran. Se despidió también. Una gran experiencia sin duda, en fin ya tengo una de las mejores espadas del juego, aunque el llevaba la master of the blood, una legendaria. No me extraña tan poderosa habilidad. Pasaron 6 meses, y estaba totalmente preparado para derrotarlo, aunque necesitaría ayuda. Acudí a Grove Wallace, allí vi a Fran con su clan. -¡FRAAAAAN! Grité. -¡ANTONIO! Que de tiempo, ¿has venido a unirte a nuestro clan? Preguntó. -No, es una propuesta. Vayamos a derrotar al administrador. Contesté. -Je, en estos 6 meses se te ve más armado, me gusta tu atrevimiento, te presento a mi clan: Rosa es la que tiene el pelo rosa, Julio el que tiene pelo verde, Mara es la que lleva un casco de oro y Adán es el que lleva la legendaria espada Samehada. -Un saludo conoceros chicos. Saludé. -Igualmente Antonio. Contestaron todos. -Bien chicos he filtrado información sobre el administrador posee una gran cantidad de vida, una muy buena armadura y la legendaria espada Excalibur, hay que tener mucho cuidado con sus ataques ya que son devastadores. Ahora nos organizaremos, somos 6 en total. 3 estarán atacando, 2 recibiendo los golpes con sus escudos y 1 usando hechizos de sanación. Yo atacaré junto a Adán y Fran. Julián y Rosa serán los que reciban los golpes con su escudo y Mara nos sanará. Ahora que estamos bien distribuidos acabemos con esto. -Atención chicos nos acercamos a su sala. Avisé. -Os he visto, salir de vuestro escondite grupo de valientes. Me llamo Rodolfo, aunque ustedes me conoceréis por administrador. ¿Venís a derrotarme y acabar con este juego? Preguntó Rodolfo. -¡SÍ! Gritaron todos. -Pues adelante, *ríe frenéticamente* *Se situaron en sus posiciones* Yo, Adán y Fran fuimos a atacar mientras Rosa y Julián nos escoltaban. Mara permanecía al final para usar sus conjuros de sanación. Rodolfo atacó con su Excalibur a Adán, Julián paró su golpe con su escudo. Fran, yo y Adán atacamos los 3 a la vez, esquivó el ataque y nos dio una patada tan fuerte que rompimos las pared. Gracias a las armaduras no recibimos mucho daño, Mara nos sanó. Volvimos a atacar pero con más maña. Cuando Rodolfo esquiva el ataque, Rosa le empuja con el escudo para que le atravesemos. Dio efecto, pero su armadura lo protegió bastante. Tuve una idea, corrí a esconderme detrás de un pilar, seguidamente lo escalé, mientras tanto los demás estaban luchando para que no se diera cuenta. Con las manos empecé a agarrarme a tablas del techo con mucho cuidado. Estaba listo, me dejé caer a una gran velocidad. -Eh Rodolfo, ¡GAME OVER!. En un momento le corté la cabeza, todos quedamos liberados. Una vez llegue a la vida real prometí que debería estudiar más para que mi madre estuviera orgullosa de mí.

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